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Paka Paka, adoctrinamiento y superchería

Escribe Marcelo Ramal

Una infiltración fascista en las sábanas liberticidas.

Un sujeto que se hace llamar “Gordo Dan” en las redes -y que actúa como tuitero oficial del gobierno de Milei- resolvió sentar posición en la polémica sobre el canal infantil Paka Paka, reconvertido en usina de la ultraderecha gobernante. En defensa de la nueva programación del canal, donde Marx aparece como una mezcla de villano y vividor, y los economistas de la escuela austríaca -Mises o Hayek- como próceres del pensamiento, Dan nos dice: “si el adoctrinamiento es de derecha, no es adoctrinamiento”. “Enseñar liberalismo y enseñar socialismo no es equivalente”, añade El primero es “realidad” y el segundo es “fantasía”. Dan compara a su doctrina con un “Manual de cirugía” y al marxismo, en cambio, con “chamanismo”, o sea, superchería. El tuitero estatal, desde sus redes, establece qué cosa es ciencia y qué cosa no lo es. El “gran hermano” de Milei anticipa, de este modo, censuras y proscripciones políticas. Reserva los nuevos dibujos animados de Paka Paka para instruir acerca de la “disciplina monetaria” y el “ajuste fiscal”. Es un hecho, comprobado a repetición, que ni una ni la otra han evitado los grandes derrumbes capitalistas, como las enormes crisis internacionales de 1992/2002, ni la de 2007/9, cuyos efectos producirán la próxima crisis de mayor envergadura. La naturaleza de las crisis capitalistas, así como la tendencia hacia la disolución histórica de este modo de producción, ha sido esclarecida solamente por el marxismo. Como la ciencia es el resultado de la investigación, la verificación empírica y la discusión de sus conclusiones, está obligada a exponer la totalidad de su método de trabajo, lo que excluye la posibilidad del adoctrinamiento. El adoctrinamiento -fascista, stalinista y sus derivados- es siempre y en todo lugar una chapucería.

Por eso mismo, el autotitulado Dan y los autores del dibujo animado no podrían haber elegido un caso más desafortunado que el de la Economía para su defensa del adoctrinamiento “sano”. Los llamados economistas austriacos han sido parte de la descomposición de la economía como ciencia. Esa decadencia comenzó cuando la economía académica se fue despojando de todas sus conquistas metodológicas -cimentadas en la época del capitalismo en ascenso- para convertirla en una mera construcción ideológica, o sea interesada, con el propósito de borrar la categoría de la fuerza de trabajo y el antagonismo irrevocable de ella con el capital.

La expresión más aguda de esta declinación residió en atribuir el valor de los productos del trabajo humano a la utilidad que le reportaban al individuo en tanto que consumidor. Así, la teoría objetiva del valor fundada en el trabajo humano fue sustituida por una especulación arbitraria –“las cosas valen por la satisfacción que me producen”-. Marx caracterizó a esta deriva como “economía vulgar”. Siguiendo al señor Dan, podríamos rebautizarla como “chamanismo económico”. En la mayoría de las universidades de la Argentina y del mundo, sin embargo, estas ideas son presentadas como la estación terminal de la economía como ciencia. Es que el desarrollo creciente del capital ficticio y la expansión de la riqueza financiera sobre la acumulación de capital real, han convertido a la subjetividad en el eje del proceso de creación de riqueza, La superchería económica es una refracción ideológica (interesada) del ingreso histórico del capital a una fase cada vez más parasitaria. Según ella, la riqueza crea “riqueza” sin la mediación de la explotación de la fuerza de trabajo humana.

El nuevo Paka Paka de Milei y Dan, en este sentido, no hace más que llevar esta conclusión supersticiosa al desprevenido mundo infantil. Pero si por adoctrinamiento se entiende a la sustitución de la ciencia por la ideología -o sea, por la inoculación de una falsa conciencia del mundo con el fin de legitimar a la clase dominante- no hay mayor adoctrinamiento que el que pretenden ejercer los ultraderechistas argentinos. En especial con el recurso al dinero y al poder del Estado.

El carácter impostor del “conocimiento” de estos cerebros libertarios se advierte en la censura que ejercen sobre sus críticos –Marx es ridiculizado, no explicado-. Es lo que en forma distorsionada ha evitado hacer la academia, donde Marx sólo encuentra su lugar en las cátedras libres, en contadísimas materias de grado y en numerosas ponencias de investigación.

El marxismo, por el contrario, hace referencia todo el tiempo a la economía política –a la cual aborda críticamente-. Marx valoró las obras de Ricardo y Smith, que se valieron de estudios empíricos para construir un conocimiento científico como arma de lucha de la burguesía contra las clases dominantes precedentes. Para el marxismo, la crítica de la pseudoeconomía subjetiva ha servido para demostrar que el pasaje de la economía política clásica a la subjetiva servía al propósito de legitimar (falsamente) la explotación social. El socialismo científico es capaz de explicar y caracterizar el lugar histórico de los apologistas del capital tanto en su fase de ascenso como de decadencia (parasitismo financiero). El chamanismo libertario, en cambio, no aspira más que a silenciar al socialismo, apelando incluso al fascismo. Pero el fascismo es también una superchería política, no una teoría, cuyo propósito es acabar con la forma histórica, constitucional, liberal, de la dominación política burguesa. La economía política clásica y el constitucionalismo son la expresión del ascenso histórico de la clase capitalista.

Pero a los pretendidos adoctrinadores científicos se les han caído los anillos. Invocan la ciencia cuando el régimen social que defienden no tiene otra aspiración que convertir a la Humanidad en prisionera de una oligarquía capitalista. Los presupuestos nacionales se encuentran subordinados al servicio de la deuda pública, aunque ello reclame la liquidación de conquistas sanitarias, previsionales o educativas. El ministerio de Salud de Milei es una cueva oscurantista al servicio de los monopolios farmacéuticos. Circunscribe la atención sanitaria a “una preferencia del consumidor”, para llevar el precio de la medicina y los medicamentos por las nubes.

Los jefes del señor Dan acaban de recibir al oscurantista secretario de salud de Trump, Robert Kennedy Jr. Le han prometido sumar a la Argentina al credo antivacunas, que justifica los brutales ajustes en salud en nombre de maquinaciones conspirativas, y no de los monopolios.

Los “científicos” adoctrinadores han dinamitado al CONICET, y se aprestan a hacer lo propio con el Hospital Garrahan y el conjunto del sistema de salud pública. El rescate de los acreedores de la deuda pública, entre ellos, los mayores grupos capitalistas locales, es incompatible con la salud pública y tiene el propósito de mercantilizar un mercado cautivo para favorecer a los monopolios internacionales. Como lo demostró la campaña contra las vacunas de Rusia y de China, y la despiadada lucha entre las potencias por el suministro de barbijos y respiradores durante la pandemia, el dominio del mercado de la salud está vinculado al control de las cadenas sanitarias y a la guerra mundial en desarrollo.

La versión norteamericana de Paka Paka, traducida a un español que no respeta las peculiaridades nacionales, es un ataque inadmisible a la formación personal y a la salud mental de los niños de Argentina. No faltará mucho para que se importe la versión yanqui de las guerras imperialistas de exterminio, ahora que la SIDE se encuentra bajo el control de la CIA y el Mossad.

Nota publicada originalmente en politicaobrera.com

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